martes, 2 de octubre de 2007

OPUS JUDEI I

...A PROPÓSITO DEL OPUS DEI

Fundado en 1928, en España, por Mons. Escrivá de Balaguer, el Opus Dei es, si se cree en las APARIENCIAS, una obra excelente, seria, conservadora e incluso bajo ciertos aspectos, tradicional; sin embargo, la realidad parece en desacuerdo con las apariencias.
Para las notas que siguen me he basado en un libro reciente (“El Opus Dei; textos y documentos”, Acción familiar y escolar, París, 1993) de Arnaud de Lassus que, dejando de lado todos los demás testimonios, estudia únicamente los textos: Constituciones, Estatutos del Opus Dei, libros y opúsculos que este último recomienda, así como los Documentos romanos sobre la Obra.
Las críticas hechas al Opus Dei en el estudio en cuestión son variadas, pero hay tres que emergen más particularmente: primeramente la “REALIDAD PROFUNDA de la OBRA ocultada por el secreto, sería muy diferente de su APARIENCIA”; en segundo lugar, “...su doctrina social sería en parte liberal”, y finalmente “la Obra profesaría una doctrina reprobable sobre el trabajo” (op. cit., pág. 5).
La primera crítica emitida concierne al secreto: “Parece claro que, hasta 1989, estos estatutos habían sido tenidos en un cierto secreto” (ibidem, pág. 28). El artículo 189 de las Constituciones (anteriores a 1982) dice en efecto: “...Institutum, uti tale OCCULTUM VIVERE VULT (El Instituto en tanto que instituto quiere vivir oculto)... Data indole Instituti, quod externe, uti societas, apparere non expedit (Dada la naturaleza del Instituto a la que no conviene aparecer exteriormente como una sociedad)”.
Y el artículo 190 añade: “Consequenter vel ipsa aggregatio Instituto nullam externam patitur; extraneis celatur numerus sociorum; immo de his extraneis nostri ne colloquantur (El hecho mismo de ser miembro del Instituto no permite ninguna manifestación exterior; y se ocultará a las personas exteriores el número de miembros del Instituto; además nuestros miembros no hablarán de él a las personas exteriores)”.
El autor también concluye que el Opus Dei, es “una obra de la cual los estatutos no han sido divulgados sino en 1989 (es decir, más de sesenta años después de su fundación) y que siempre llevó muy lejos la preocupación del secreto” (ibidem, pág. 33).
Un segundo punto reprochado al Opus Dei: su doctrina social es liberal y entonces no conforme al Magisterio tradicional de la Iglesia. Según Monseñor de Balaguer hay que “evitar este abuso... de creer en especie de dogmas doctrinales temporales” (Carta del 9 de enero de 1932, citado por J. J. Thierry, en “El Opus Dei, mito y realidad”, ed. Hachette, París, 1973, pág. 115) y en diferentes documentos se vuelve a encontrar este pensamiento del fundador: “Admitimos el más grande pluralismo en todo lo que es temporal” (Mons. Escrivá, “Entrevistas”, n° 30); “no llegue nunca este cristiano [el miembro del Opus Dei] a creer o decir que baja del templo al mundo para representar a la Iglesia, ni que las soluciones que da a estos problemas [temporales] son las SOLUCIONES CATÓLICAS. No... ¡eso no es posible! Eso sería clericalismo”... (ibidem, n° 116-177). Y también: “Yo no hablo nunca de política. Yo no pienso que la misión de los cristianos sobre la tierra sea la de dar nacimiento a una corriente político-religiosa (eso sería una locura)” (Homilía, nº 3, pág. 26)
¡Qué lejos estamos de la enseñanza de San Pío X: “No podemos no hacer política”, y la de Pío XII: “De la forma dada a la sociedad depende la salvación o la pérdida de un gran número de almas”!
E incluso se puede encontrar en las obras de Monseñor Escrivá (“Entrevistas”, n° 29) una declaración abierta en favor de la introducción en España de la libertad de culto para las falsas religiones: por otra parte; eso no debe sorprendemos particularmente si se considera que “[el Opus] es la primera organización católica que... admite a título de cooperadores a no católicos, cristianos o no” (ibidem, nº 44).
En el libro del Padre Thierry recomendado por el mismo Opus, se lee también: “Los asociados del Opus Dei están convencidos que en todo lo que es humano, política, cultura, economía... no hay dogma... Libertad en todo lo que es elección de orden temporal, he aquí el reflejo social de la unión en la fe a Cristo” (op. cit., pág. 122); se comprende entonces la exclamación de Monseñor Escrivá: “Las enseñanzas promulgadas por el Concilio sobre este punto [libertad religiosa] no pueden sino alegrarme” (“Entrevistas”, nº 44).
La tercera crítica hecha al Opus Dei concierne al culto del trabajo como fin último del hombre, el cual, para su fundador, ha sido creado (como dice el Génesis, II, 15) “ut operaretur”. Para sostener su tesis, Monseñor Escrivá no duda en forzar el sentido de la cita de Job “homo nascitur ad laborem, et avis ad volandum”, traduciendo laborem por “trabajo”, deformando el sentido latino etimológico del término que significa fatiga, pena, y alterando así la significación de la frase que es comúnmente traducida por los exégetas como sigue: “el hombre nace para sufrir, penar, fatigarse...” [y ciertamente no para “trabajar”]. Como enseña San Ignacio el fin del hombre es conocer, amar y servir a Dios y por este medio salvar su alma. En cambio, todas las creaturas son medios para alcanzar ese fin y deben ser utilizadas tanto cuanto nos ayuden a alcanzarlo, ni más ni menos (incluído consiguientemente el trabajo).
Además, la espiritualidad católica siempre ha enseñado que la vida contemplativa es superior a la vida activa, que es más noble. San Benito decía: “ora et labora”, es decir, reza primero, después trabaja; Monseñor Escrivá enseña al contrario que “la familia, el trabajo, la amistad llevan OTRO TANTO a Dios como la soledad o el retiro” (J. Thierry, op. cit., pág. 60), realizando así una especie de inversión de la divisa benedictina (para profundizar cfr. por ejemplo, D. Le Torneau, “El Opus Dei”, colección Qué sé?, Presser Universitaires de France, 1991; K. Steigleder, “L’Opus Dei vista dall’interno”, ed. Claudiana, Turín, 1986; Rodríguez, Ocariz, Illanes, “L’Opus Dei nella Chiesa”, ed. Piemme Casale, Monferreto, 1993; V. Messori, “L’Opus Dei”, Mondadori, Milán, 1994).
Como se ve, no se trata aquí de observaciones sin peso. El libro de De Lassus debería pues plantear serios problemas a los numerosos católicos que buscan en el Opus Dei un punto de referencia seguro en la situación actual de disgregación de numerosas instituciones eclesiásticas; ¿están verdaderamente seguros de encontrar allí lo que buscan?


PADRE CURZIO NITOGLIA (“Sodalitium”, n° 40)