EL DELINCUENTE APATRIDA JUDEO MASONICO GIUSEPPE GARIBALDI
GIUSEPPE GARIBALDI
En el mes de julio y debido al bicentenario del nacimiento del marino italiano Giuseppe Garibaldi, parte de la comunidad italiana de Córdoba erigió un busto a su memoria en los predios de nuestro Parque Sarmiento. Este acto contó con la autorización respectiva de la Secretaria de Cultura de la Municipalidad de Córdoba, en un expediente en el que los peticionantes no agregan considerandos a los efectos de avalar su solicitud ni el Ente oficial se los solicitó, este último se limita a preguntar a la Dirección de Parques y Paseos si existe lugar para colocar la mencionada escultura, (pregunta obvia si las hay) y se la ubica a metros del mástil de ingreso, privilegio que le negaron a nuestro gran prócer y gobernador de Córdoba (1820-1829) Brigadier General Don Juan Bautista Bustos. Nuestra principal objeción obedece al siniestro recuerdo que Garibaldi dejó al invadir las costas litoraleñas de nuestro país a mediados del siglo XIX, hechos que le ganaron el mote de “Chacal pirata” o el de “Chacal de los tigres anglofranceses”, para quienes trabajaba. Para demostrarlo no hay más que remitirse a la documentación de los protagonistas y a los escritos de los verdaderos historiadores.
Su accionar en nuestras tierras discurre con diversos intervalos ya que de acuerdo a la suerte de las armas saqueaba poblaciones o emprendía una veloz huída hacia zonas más desprotegidas y por lo tanto más seguras para el pillaje. Este llamado “héroe de dos mundos” por el liberalismo masónico que pululaba en la época, inicia su raid “libertario” en Río Grande Do Sul, apoyando a la llamada revolución de los “farrapos” contra el poder constituido en Brasil, de ese Estado cismático obtiene patente de corso para, digamos, piratear legalmente. Luego de enfrentarse con Brasil, lucha a su favor apoyando la invasión a la Banda Oriental, defendiendo el llamado Sitio de Montevideo. En el marco de esos acontecimientos rapiñaba en nuestras costas con la excusa de romper el sitio y abastecer a Montevideo. Sus aparentes dotes militares sólo prosperaban ante poblaciones inermes, cuando tuvo que vérselas contra militares profesionales o cuando no contaba con el apoyo de las escuadras anglo-francesas sus hazañas se esfumaban en rauda fuga. Para citar uno de los ejemplos mencionamos la batalla de Costa Brava (15-08-42), en donde lo enfrentó el ilustre Almirante Guillermo Brown quien le propinó una soberana paliza. Retornó a su patria y volvió exiliado y con pedido de captura por bandidaje, de él decían sus connacionales contemporáneos “Rozzo e di scarsa cultura”, Mitre, en cambio lo consideraba poco menos que un estadista.
Fue herido en el cuello y le salvaron la vida en Gualeguay, curándolo y dándole por cárcel la ciudad, huyó, lo pescaron y finalmente Rosas le concedió la libertad, craso error que trajo más conflictos a la zona ya que como buen pirata carecía de ética y prosiguió en su accionar depredador. Entre otra de sus “hazañas” recordamos la invasión a Colonia a la que intíma rendición, pero el defensor de la plaza Jaime Montoro se resiste. Garibaldi llegaba acompañado por sus “padrinos”, ingleses y franceses. En Colonia robó, asesinó, incendió e incluso agraviaron a Doña Ana Monterroso (descendiente de italianos), esposa del insigne General Don Juan Antonio de Lavalleja. Después le tocó el turno a la isla de Martín García que era defendida por una exigua dotación, donde acometió con los desmanes a los que los tenía acostumbrados, con el plus que se dio el gusto de arriar nuestro pabellón nacional. Acto seguido asaltó Gualeguaychú, durante dos días pasó a saqueo la población, sobre todo avanzó sobre los comercios a los que despojó, aún cuando la mayoría eran extranjeros y muchos italianos como el “libertador” Garibaldi. En sus partes de batalla el Gral. Eugenio Garzón que marchó a reprimirlo escribía: “ La escuadrilla salvaje del pirata Garibaldi no ha pasado de Fray Bentos pero ha hecho un asalto al territorio entrerriano en el que ha cometido el bárbaro atentado de saquear un pueblo indefenso, que no ofreció ninguna resistencia…” Hasta los partidarios de Fructuoso Rivera consideraban que la escandalosa conducta de Garibaldi los desacreditaba. En todo ese año 1845 prosiguió con sus perversas incursiones, arribó a Paysandú donde fue rechazado por las fuerzas al mando del general Antonio Díaz. El 29 de Setiembre fue a Concordia donde lo alcanzó Garzón rechazándolo, siguió hasta Salto donde algunos desavisados consideran que obtuvo una clamorosa victoria, sólo porque llenó sus alforjas con el botín del saqueo. Garzón afirma que sus buques navegaban a ras del agua por el peso de las mercancías expoliadas. Era tan grande el estrépito del bochornoso accionar de Garibaldi que el Barón de Mareuil, encargado de negocios de Francia, le pidió a nuestro canciller, Felipe Arana, condiciones para tratar la paz. Acuerdo al que se arribó satisfactoriamente aunque de manera efímera ya que se aproximaba el Combate de la Vuelta de Obligado, del que el accionar del mencionado filibustero había producido sus prolegómenos.
La simpatía por la figura de Garibaldi la instauró en nuestro país el gran timador de nuestra historia que fue Bartolomé Mitre quien no escatimó elogios a la trayectoria de Don Giuseppe o “Pane” que era el nombre con que se lo conocía en las sectas masónicas de Mazzini que integraba. Todo ese panegírico lo justificaba Mitre, sólo porque había luchado contra Rosas, eso lo convertía de facto en un libertador (todo un precursor de Bush). Antes y después de enfrentar a Rosas, Garibaldi luchó en Perú, en México, en la guerra Austro-Prusiana, en Tánger al servicio de Hussein Bey, vendía armas en Canton ( China), recorría Nueva York, Inglaterra, etc. De allí sus apodos de “Héroe de dos mundos” o “Romántico aventurero”, elegante eufemismo con el que se trata de enmascarar su condición de mercenario. Ya que en la misma Italia al comienzo luchaba como republicano y luego se alió a la monarquía.
En fin no quiero agraviar a la colectividad italiana a la que nuestro país le debe tanto por su esfuerzo laborioso para nuestro desarrollo, pero no olvidemos que todos los descendientes de inmigrantes somos grandes deudores de esta Patria generosa que nos cobijó. Los inmensos aportes de la cultura italiana a la civilización universal no deben ser opacados resaltando estas figuras de dudosos antecedentes o al menos son dueños de erigirle cientos de monumentos, pero creo que por ética no deberían emplazarlos en nuestro país, y menos con placas escritas en italiano, ya que hieren nuestros sentimientos históricos, y no deberían olvidar que el principal monumento de nuestro paseo es el de Dante Alighieri, quien verdaderamente es un orgullo para nuestra civilización.
Tampoco deseo malquistarme con las autoridades municipales ya que este tipo de errores también se producen en el orden nacional: En la cámara de diputados de la Nación se aprobó una declaración de adhesión al dicho bicentenario, tramitado mediante expediente No. 2838-D-2007, impulsado por tres representantes de la U.C. Radical de la pcia. de Buenos Aires, los diputados Vilma Baragiola, Patricia Panzoni y Ricardo Jano, con los remanidos considerandos inspirados en B. Mitre. También contó con la adhesión de la cámara de senadores de la Nación, mediante Exp. S-651/07, propulsada por el Senador Pedro Salvatori del Movimiento Popular Neuquino quien en sus considerandos expresa una reflexión realmente desopilante en donde afirma “…sus ideales se convirtieron en una doctrina de vida para muchos italianos inmigrantes…(sic)!!!”
En fin, reflexionemos que nuestro país está huérfano de radares y de controles no sólo en el ámbito aéreo o aduanero sino también carecemos de “radares” culturales ya que las dependencias de los organismos pertinentes suelen estar ocupadas por políticos desvalidos de la instrucción requerida para desempeñar tan trascendentes tareas.
En el mes de julio y debido al bicentenario del nacimiento del marino italiano Giuseppe Garibaldi, parte de la comunidad italiana de Córdoba erigió un busto a su memoria en los predios de nuestro Parque Sarmiento. Este acto contó con la autorización respectiva de la Secretaria de Cultura de la Municipalidad de Córdoba, en un expediente en el que los peticionantes no agregan considerandos a los efectos de avalar su solicitud ni el Ente oficial se los solicitó, este último se limita a preguntar a la Dirección de Parques y Paseos si existe lugar para colocar la mencionada escultura, (pregunta obvia si las hay) y se la ubica a metros del mástil de ingreso, privilegio que le negaron a nuestro gran prócer y gobernador de Córdoba (1820-1829) Brigadier General Don Juan Bautista Bustos. Nuestra principal objeción obedece al siniestro recuerdo que Garibaldi dejó al invadir las costas litoraleñas de nuestro país a mediados del siglo XIX, hechos que le ganaron el mote de “Chacal pirata” o el de “Chacal de los tigres anglofranceses”, para quienes trabajaba. Para demostrarlo no hay más que remitirse a la documentación de los protagonistas y a los escritos de los verdaderos historiadores.
Su accionar en nuestras tierras discurre con diversos intervalos ya que de acuerdo a la suerte de las armas saqueaba poblaciones o emprendía una veloz huída hacia zonas más desprotegidas y por lo tanto más seguras para el pillaje. Este llamado “héroe de dos mundos” por el liberalismo masónico que pululaba en la época, inicia su raid “libertario” en Río Grande Do Sul, apoyando a la llamada revolución de los “farrapos” contra el poder constituido en Brasil, de ese Estado cismático obtiene patente de corso para, digamos, piratear legalmente. Luego de enfrentarse con Brasil, lucha a su favor apoyando la invasión a la Banda Oriental, defendiendo el llamado Sitio de Montevideo. En el marco de esos acontecimientos rapiñaba en nuestras costas con la excusa de romper el sitio y abastecer a Montevideo. Sus aparentes dotes militares sólo prosperaban ante poblaciones inermes, cuando tuvo que vérselas contra militares profesionales o cuando no contaba con el apoyo de las escuadras anglo-francesas sus hazañas se esfumaban en rauda fuga. Para citar uno de los ejemplos mencionamos la batalla de Costa Brava (15-08-42), en donde lo enfrentó el ilustre Almirante Guillermo Brown quien le propinó una soberana paliza. Retornó a su patria y volvió exiliado y con pedido de captura por bandidaje, de él decían sus connacionales contemporáneos “Rozzo e di scarsa cultura”, Mitre, en cambio lo consideraba poco menos que un estadista.
Fue herido en el cuello y le salvaron la vida en Gualeguay, curándolo y dándole por cárcel la ciudad, huyó, lo pescaron y finalmente Rosas le concedió la libertad, craso error que trajo más conflictos a la zona ya que como buen pirata carecía de ética y prosiguió en su accionar depredador. Entre otra de sus “hazañas” recordamos la invasión a Colonia a la que intíma rendición, pero el defensor de la plaza Jaime Montoro se resiste. Garibaldi llegaba acompañado por sus “padrinos”, ingleses y franceses. En Colonia robó, asesinó, incendió e incluso agraviaron a Doña Ana Monterroso (descendiente de italianos), esposa del insigne General Don Juan Antonio de Lavalleja. Después le tocó el turno a la isla de Martín García que era defendida por una exigua dotación, donde acometió con los desmanes a los que los tenía acostumbrados, con el plus que se dio el gusto de arriar nuestro pabellón nacional. Acto seguido asaltó Gualeguaychú, durante dos días pasó a saqueo la población, sobre todo avanzó sobre los comercios a los que despojó, aún cuando la mayoría eran extranjeros y muchos italianos como el “libertador” Garibaldi. En sus partes de batalla el Gral. Eugenio Garzón que marchó a reprimirlo escribía: “ La escuadrilla salvaje del pirata Garibaldi no ha pasado de Fray Bentos pero ha hecho un asalto al territorio entrerriano en el que ha cometido el bárbaro atentado de saquear un pueblo indefenso, que no ofreció ninguna resistencia…” Hasta los partidarios de Fructuoso Rivera consideraban que la escandalosa conducta de Garibaldi los desacreditaba. En todo ese año 1845 prosiguió con sus perversas incursiones, arribó a Paysandú donde fue rechazado por las fuerzas al mando del general Antonio Díaz. El 29 de Setiembre fue a Concordia donde lo alcanzó Garzón rechazándolo, siguió hasta Salto donde algunos desavisados consideran que obtuvo una clamorosa victoria, sólo porque llenó sus alforjas con el botín del saqueo. Garzón afirma que sus buques navegaban a ras del agua por el peso de las mercancías expoliadas. Era tan grande el estrépito del bochornoso accionar de Garibaldi que el Barón de Mareuil, encargado de negocios de Francia, le pidió a nuestro canciller, Felipe Arana, condiciones para tratar la paz. Acuerdo al que se arribó satisfactoriamente aunque de manera efímera ya que se aproximaba el Combate de la Vuelta de Obligado, del que el accionar del mencionado filibustero había producido sus prolegómenos.
La simpatía por la figura de Garibaldi la instauró en nuestro país el gran timador de nuestra historia que fue Bartolomé Mitre quien no escatimó elogios a la trayectoria de Don Giuseppe o “Pane” que era el nombre con que se lo conocía en las sectas masónicas de Mazzini que integraba. Todo ese panegírico lo justificaba Mitre, sólo porque había luchado contra Rosas, eso lo convertía de facto en un libertador (todo un precursor de Bush). Antes y después de enfrentar a Rosas, Garibaldi luchó en Perú, en México, en la guerra Austro-Prusiana, en Tánger al servicio de Hussein Bey, vendía armas en Canton ( China), recorría Nueva York, Inglaterra, etc. De allí sus apodos de “Héroe de dos mundos” o “Romántico aventurero”, elegante eufemismo con el que se trata de enmascarar su condición de mercenario. Ya que en la misma Italia al comienzo luchaba como republicano y luego se alió a la monarquía.
En fin no quiero agraviar a la colectividad italiana a la que nuestro país le debe tanto por su esfuerzo laborioso para nuestro desarrollo, pero no olvidemos que todos los descendientes de inmigrantes somos grandes deudores de esta Patria generosa que nos cobijó. Los inmensos aportes de la cultura italiana a la civilización universal no deben ser opacados resaltando estas figuras de dudosos antecedentes o al menos son dueños de erigirle cientos de monumentos, pero creo que por ética no deberían emplazarlos en nuestro país, y menos con placas escritas en italiano, ya que hieren nuestros sentimientos históricos, y no deberían olvidar que el principal monumento de nuestro paseo es el de Dante Alighieri, quien verdaderamente es un orgullo para nuestra civilización.
Tampoco deseo malquistarme con las autoridades municipales ya que este tipo de errores también se producen en el orden nacional: En la cámara de diputados de la Nación se aprobó una declaración de adhesión al dicho bicentenario, tramitado mediante expediente No. 2838-D-2007, impulsado por tres representantes de la U.C. Radical de la pcia. de Buenos Aires, los diputados Vilma Baragiola, Patricia Panzoni y Ricardo Jano, con los remanidos considerandos inspirados en B. Mitre. También contó con la adhesión de la cámara de senadores de la Nación, mediante Exp. S-651/07, propulsada por el Senador Pedro Salvatori del Movimiento Popular Neuquino quien en sus considerandos expresa una reflexión realmente desopilante en donde afirma “…sus ideales se convirtieron en una doctrina de vida para muchos italianos inmigrantes…(sic)!!!”
En fin, reflexionemos que nuestro país está huérfano de radares y de controles no sólo en el ámbito aéreo o aduanero sino también carecemos de “radares” culturales ya que las dependencias de los organismos pertinentes suelen estar ocupadas por políticos desvalidos de la instrucción requerida para desempeñar tan trascendentes tareas.